Aston Martin convenció a su nuevo propietario, Ford, de dar luz verde a la versión descapotable de su famoso Virage GT, que era un jugador clave en el mercado de GT.
Las intenciones de Ford eran claras: llevar al pequeño fabricante de automóviles británico a la zona de ganancias. Financieramente, Aston Martin estaba en zona roja y solo con su nueva empresa matriz logró sobrevivir y desarrollar nuevos productos, como el Virage Volante de 1992.

El automóvil se basó en el Virage de 1988 y presentaba la misma fascia delantera con faros rectangulares heredados del Audi 200 y una parrilla delantera plana. No era la forma más aerodinámica que existía, pero mientras hubiera un gran motor debajo del capó, realmente no importaba. El fabricante de automóviles trató de hacer que el vehículo fuera más rígido y reforzó el chasis, pero eso agregó más peso. Por último, pero no menos importante, cuando estaba retraído, el techo de tela no podía ocultarse por completo detrás de los asientos traseros.

En el interior, el Virage Volante ofrecía cuatro asientos y algo de equipaje para un viaje corto. El lujoso interior fue cuidadosamente elaborado a mano por los técnicos de Aston Martin y lucía una mezcla de cuero y madera que cubría la mayoría de las partes. En la parte de atrás, el fabricante de automóviles se encargó de construir un banco tapizado en cuero de alta calidad, aunque allí apenas había lugar para alguien, y mucho menos para dos personas.

Debajo del capó, Aston Martin instaló un nuevo motor V-8 de 5.3 litros y lo combinó con una transmisión manual de cinco velocidades.