Se suponía que el Fighter de 2002 lucharía contra la bancarrota que puso en peligro a la vieja y orgullosa marca Bristol.
Al final, la marca no sobrevivió, pero sí su legado.
A pesar de su enorme motor V10 que normalmente se encuentra en Dodge Viper, el Bristol Fighter era un automóvil británico. Su carrocería fue creada por el ex ingeniero de Fórmula Uno de Brabham, Max Boxstrom, y su coeficiente de arrastre era tan bajo como 0,27.
El elegante cuerpo no ofrecía algunos elementos de aluminio o fibra de carbono. Era una forma que seguía a la función, sin elementos que destacaran entre la multitud. A primera vista, era solo otro auto deportivo sin grandes prestaciones. Pero el Bristol Fighter era como un durmiente construido en fábrica que podría avergonzar a muchos autos. El final abrupto parecía como si alguien cortara un avión de combate justo después de su cabina. Esos aviones tenían capotas que se abrían hacia arriba. Este Fighter tenía puertas que se abrían hacia arriba, al estilo de las alas de gaviota. En la parte trasera, dos escapes grandes y redondos atravesaban el parachoques trasero.
En el interior, había una combinación simple pero elegante de cuero y materiales caros. Incluso el volante era diferente al de otros coches de su época, con dos radios abollados para mantener las manos sobre él. El grupo de instrumentos se inspiró en un avión con diales grandes y redondos, montados en un panel plano de aluminio.
El gran motor V10 se instaló detrás del eje delantero. Se podría acoplar a una caja de cambios manual de 6 velocidades o a una automática de 4 velocidades. En su versión de alta especificación, el Bristol Fighter T tenía más de 1000 hp.