Después de un comienzo lento en el mercado, Chrysler lanzó una segunda generación del Neon en 1999 como modelo del año 2000, después de solo cuatro años desde que el primer Neon salió a la línea de ensamblaje.
La idea de un sedán juvenil, deportivo y económico que ofrecía Chrysler en el mercado estadounidense no era mala, pero el resultado estuvo muy por debajo de las expectativas de la empresa. Honda Civic, Toyota Corolla, Volkswagen Jetta y el recientemente actualizado Nissan Sentra estuvieron a la cabeza de las ventas, mientras que el Dodge/Plymouth Neon luchó por sobrevivir en el mercado.

El exterior se mejoró con la introducción de un nuevo par de faros más grandes con una rejilla estrecha debajo del capó cruzada por una delgada línea cromada horizontal que conectaba las señales de giro montadas en el interior. En la parte inferior del paragolpes se añadió una amplia parrilla que asemejaba una cara sonriente. Desafortunadamente, era más una sonrisa sombría que una sonrisa. Una de las características que hizo que el automóvil se viera bien en la primera generación fueron las ventanas sin marco. A partir del año modelo 2000, el Neon presentaba marcos.

En el interior, Chrysler instaló un tablero de aspecto decente, con un grupo de instrumentos que comenzaba sobre la consola central y se extendía hasta el panel de la puerta. Independientemente de los niveles de equipamiento, no había ventanas eléctricas estándar para la parte trasera, pero estaban en la lista de opciones. Otro problema con Neon fue la calidad del material. El tablero, los paneles de las puertas, la consola central y todas las demás superficies estaban hechas de plástico duro.

Debajo del capó, Chrysler ofreció un motor de 1.6 litros (el mismo que se encuentra en la primera generación del Mini) y dos versiones de una unidad de 2.0 litros. La potencia iba a la rueda delantera a través de una transmisión manual de 5 velocidades o una automática de 4 velocidades.