Ford lanzó la segunda generación del Fiesta en agosto de 1983 y no fue muy diferente a su predecesor.
Con una mayor demanda de vehículos de tamaño pequeño, el Fiesta MKII ya no estaba solo en el segmento. Mientras tanto, Volkswagen presentó la segunda generación del Polo y Opel presentó el Corsa. Los fabricantes de automóviles franceses ya estaban allí con el Renault 4 y el Citroen Visa. Ford tenía que mejorar el Fiesta y mantener su impulso como uno de los vehículos más vendidos de su clase.
Con una parte delantera revisada que comenzó a redondearse un poco y una puerta trasera que no parecía una tabla inclinada plana en la parte trasera, el Fiesta convenció a más clientes de que merecía un lugar en el podio de ventas. Sus señales de giro delanteras se movieron desde debajo de los faros hacia los lados y se hicieron más visibles cuando el conductor cambiaba de carril. Otra forma de mejorar la seguridad fue la introducción de un espejo en la puerta del lado del pasajero. Al igual que sus principales rivales alemanes, solo estaba disponible en forma de tres puertas.
En el interior, los diseñadores del fabricante de automóviles adoptaron un nuevo lenguaje de diseño e hicieron un grupo de instrumentos de aspecto cuadrado que se extendía sobre la consola central. En aquellos tiempos, Ford no consideraba que la consola central fuera imprescindible para un automóvil de tamaño pequeño. Quizás porque a veces había que cruzar el vehículo de un lado a otro si alguna puerta se negaba a abrir. Al igual que su antecesor, el Fiesta MKII mantuvo el respaldo abatible de la banqueta para ampliar la zona del maletero, que no era tan generosa.
Debajo del capó, Ford introdujo nuevas opciones de motor, incluida una versión diesel de aspiración natural que era altamente eficiente en combustible.