Honda desarrolló el Concerto junto con Rover y estaba dirigido a clientes europeos.
Pero los resultados no alcanzaron las expectativas.

Cuando Honda era propietaria de la empresa británica Rover, trató de construir un vehículo del segmento compacto para satisfacer las necesidades de los europeos. El resultado fue el trío Honda Concerto/Rover 200/Rover 400. Si bien el Concerto se percibía como un vehículo para el mercado masivo, la contraparte británica se consideraba un modelo de mayor escala pero a un precio similar.

Fue el último período en que Honda eligió un diseño angular para sus autos. El Accord ya había sido modificado y la quinta generación del Civic debía ingresar a la línea de ensamblaje con un aspecto exterior curvo. El Concerto, por otro lado, se parecía más a la cuarta generación del Civic, con faros de aspecto angular y líneas rectas sobre los parachoques y la carrocería. Al menos, presentaba manijas de las puertas al ras y espejos de las puertas del color de la carrocería. La principal diferencia entre el Concerto y el Civic de cuarta generación era la parte trasera, donde el nuevo modelo presentaba una puerta trasera y otro par de ventanas detrás de los pilares C.

La mayor parte del interior se heredó del Civic de 1987, con una posición de asiento baja y líneas rectas dentro de la cabina. Debido a la cajuela ampliada, el Concerto podía transportar 400 litros (14,1 pies cúbicos) y, con los asientos traseros abatidos, podía alcanzar hasta 1200 litros (42,4 pies cúbicos). Lo bueno era que el respaldo del asiento era abatible.

Debajo del capó, Honda instaló una selección de dos motores de su línea. El económico de 1.5 litros era la versión base, mientras que el más potente de 1.6 litros era la versión superior. Honda tomó una decisión interesante para construir las versiones del Reino Unido y Europa con puntales McPherson en la parte delantera, mientras que la versión japonesa estaba equipada con la suspensión de doble horquilla.