La primera generación del i30 llegó en el momento adecuado y en el momento adecuado.
Fue uno de los mejores vehículos del segmento compacto presentado en 2007.
Justo antes de que la crisis financiera mundial estallara en lágrimas la industria automotriz, el fabricante de automóviles Hyundai-Kia introdujo el dúo i30-cee’d en el mercado. Ambos compartían la misma plataforma y los clientes del segmento compacto apreciaron el nuevo diseño.
A pesar de que se asemejaba a algunos elementos del hatchback Mazda 3 (la parte trasera) oa los faros renovados del Ford Focus, el exterior era adecuado para sus clientes. Su parrilla estrecha era más pequeña que la de su hermano, el Kia cee’d. El auto fue diseñado en el centro de diseño de Hyundai en Russelsheim, Alemania, y mostró su verdadera intención de conquistar el mercado europeo. En la parte trasera, las luces traseras altas se extendieron desde los pilares C hasta el parachoques trasero.
En el interior, el i30 mostró buen gusto en la elección de colores para el tablero y los paneles de las puertas a pesar del uso de materiales económicos. A diferencia del cee’d, que mostraba diferentes colores de luz para el tablero, el i30 se apegó a las bombillas de color azul claro e indujo un estado de ánimo relajado para el conductor y los ocupantes. Como cualquier otro hatchback de esos tiempos, el automóvil presentaba un banco trasero plegable dividido, donde había espacio para tres pasajeros pero con espacio limitado para los hombros.
Debajo del capó, Hyundai instaló una selección de motores diesel y gasolina que oscilaron entre 109 hp y 143 hp. Si bien la mayoría de las versiones se combinaron con una transmisión manual de 5 velocidades, algunas versiones estaban disponibles con una transmisión automática de 4 velocidades. Su suspensión independiente en todas las esquinas era un plus y colocaba al i30 en la zona de confort sobre el Renault Megane o el Opel/Vauxhall Astra.