El 8 de diciembre de 1982, la prensa y el público tuvieron una gran sorpresa de parte del Mercedes-Benz.
Se presentaron los nuevos 190 y 190 E. No tuvo ningún antecesor, no reemplazó nada. Fue solo un comienzo. El diseño angular del automóvil fue una sorpresa e hizo que otros vehículos de la época parecieran obsoletos.

Las grandes mejoras en el área de seguridad mostraron al mundo que el “Baby-Benz” era tan seguro como las grandes berlinas Clase S. Comenzó con dos variantes de motor, una equipada con carburador y otra con inyección mecánica de combustible provista por Bosch.

En 1983, se introdujeron el 190 D y el 2.3-16. El D tenía un motor diesel de 2.0 litros que era muy eficiente en combustible con sus 72 hp. El 2.3-16 se ganó el respeto de algunos récords mundiales en la pista de carreras de Nardo en Italia. Logró récords de larga distancia de 25.000 km, 50.000 km y 25.000 millas con una velocidad media de 250 kph (155 mph). Ese desempeño fue posible gracias a su motor de inyección de combustible de 2.3 litros que tenía una arquitectura de culata de 16 válvulas y ofrecía 186 hp.

La nueva suspensión trasera multibrazo fue revolucionaria. Cada rueda trasera estaba dirigida por un brazo de control independiente. El sistema evita movimientos de dirección no deseados del volante. Como plus, ofrecía más comodidad y era más ligero que otros sistemas de suspensión trasera.