La guerra de poder estaba en marcha y Mercedes-Benz no quería perderla frente a su competidor tradicional, el BMW M3 convertible.
Cuando BMW presentó el E46 M3 Convertible con 343 hp de un motor de 3.2 litros, se consideró un vehículo descapotable escandaloso. Pero Mercedes-Benz respondió con el CLK AMG Cabriolet. Fue el primer Mercedes-Benz con un motor desarrollado desde cero por AMG, y vaya motor que era.

El exterior del CLK 63 se revisó en gran medida del resto del CLK Cabriolet. En la parte delantera, una parrilla en forma de A en el faldón y un par de tomas de aire laterales realzaban el aspecto agresivo del automóvil. Sus guardabarros ligeramente más anchos dejaban espacio para llantas más anchas sobre llantas de aleación ligera de 18” con un diseño exclusivo de cinco radios dobles. En la parte trasera, el fabricante de automóviles instaló un escape doble de forma ovalada.

El interior se heredó del CLK normal, con más molduras de aluminio y el nuevo sistema de infoentretenimiento COMMAND 2.0, que lucía un sistema de navegación basado en DVD. También permitió la integración de un iPod a través de un puerto externo instalado en la guantera. Se modificó el diseño de la consola central y se reemplazaron los comandos anteriores transferidos de la Clase C por otros más nuevos.

Debajo del capó, AMG dejó caer un V8 de 6.2 litros emparejado con una caja de cambios automática estándar de 7 velocidades (doble embrague) que enviaba la potencia a las ruedas traseras. Sus prestaciones eran muy superiores a las de su principal rival, y no era la versión más espectacular ni la más potente del CLK.