Combinando un Porsche Panamera Turbo con el sistema híbrido ya desarrollado para el 4 E-Hybrid, el resultado fue un monstruo de 680 CV que respetaba el medio ambiente.
Porsche fue uno de los pioneros de la movilidad híbrida desde que se presentó el modelo Lohner-Porsche en 1900 en la Exposición de París. Más de un siglo después, el fabricante de automóviles alemán eligió la misma ciudad para mostrar su vehículo híbrido evolucionado.

La segunda generación del Panamera apareció en 2016 y su diseño solucionó todos los problemas de la primera generación. La agradable apariencia de un cupé de cuatro puertas, combinada con los detalles exteriores del vehículo, compensó a quienes esperaron y confiaron en la marca Porsche. Parecía un modelo 911 estirado, pero con el motor en la parte delantera. Los faros de 4 LED instalados de serie fueron uno de los elementos de diseño clave que hicieron que el automóvil fuera atractivo. Como detalle distintivo, el 4 E-Hybrid presentaba las pinzas de freno de color verde eléctrico y los distintivos verdes “híbrido” en los guardabarros y en la tapa del maletero.

El interior estaba equipado con una amplia pantalla táctil de 12,3” como unidad central PCM (Porsche Communication Management) montada al mismo nivel que el volante, en la consola central. También era para acceder a diversa información y configuración para el sistema híbrido.

El sistema híbrido mereció la mayor parte de la atención. Fue el primer Panamera híbrido con tracción total. Estaba equipado con un motor eléctrico más potente y un motor de gasolina V8 de 4.0 litros biturbo. El motor se instaló en una caja de cambios PDK (doble embrague) de 8 velocidades. Sus predecesores solo estaban equipados con tracción trasera. El Panamera 4 E-hybrid siempre arrancaba en modo eléctrico y encendía su unidad de gasolina más tarde. Eso ayudó al automóvil a lograr una autonomía eléctrica de 50 km (31 millas). Su paquete de baterías de iones de litio podría almacenar hasta 15,1 kWh.