El segmento europeo de monovolúmenes no estaba completamente muerto en 2004 cuando se introdujo el Seat Altea en el mercado.
Ofrecía mucho espacio y una plataforma Volkswagen comprobada.
La marca española Seat estuvo bajo el paraguas de Volkswagen durante algunos años cuando se decidió adoptar un “enfoque familiar” con el Altea. Fue construido sobre la misma base que la segunda generación del Seat León, que era un hatchback compacto construido sobre la misma plataforma que el Volkswagen Golf.
La fascia delantera se parecía a la que se encuentra en un Seat León, con su pequeña parrilla trapezoidal y sus faros curvos. A los lados, el Altea presentaba un perfil esculpido, con una línea ondulada a lo largo de la carrocería desde el frente hasta los guardabarros traseros. No era el diseño habitual para esa época. Sin embargo, la parte trasera estropeó la mayor parte del diseño del automóvil debido a sus pequeñas luces traseras montadas en la parte superior.
En el interior, había espacio para cinco pasajeros adultos y un maletero decente. Dado que el automóvil fue construido más alto que otros vehículos de Seat, ofrecía un buen espacio para la cabeza. Los asientos traseros se plegaron para ampliar el espacio del maletero.
Para el vano motor, Seat instaló la mayoría de los motores disponibles para el León, tanto gasolina como diésel. Presentaba una amplia variedad de motores entre 1,4 litros y 2,0 litros, con unidades de aspiración natural o turboalimentadas. Se combinó con cajas de cambios manuales o automáticas.