Para 2006, Hyundai ya no era un extraño en ningún mercado y el Accent era uno de sus productos más vendidos.
Cuando presentó la versión sedán de cuatro puertas, Hyundai se dirigió a las familias que pedían más pero no podían pagarlo. No era un coche muy sofisticado y, gracias a su precio asequible, no era una carga para el presupuesto. Por último, pero no menos importante, la marca coreana ya era conocida por sus productos confiables y eso ayudó a su departamento de ventas.
El sedán era un vehículo sencillo construido para gente sencilla. No ofrecía ninguna postura agresiva o mirada feroz. Sus bordes suaves y superficies curvas se asemejaban a la era del biodiseño, que ya había desaparecido del mercado. Pero a sus clientes no les importaba eso: todo lo que querían era un vehículo fácil de usar, y el sedán era precisamente eso.
En el interior, el fabricante de automóviles instaló tapicería gris y paneles de puertas grises. No era el mejor plástico disponible de Hyundai, pero era resistente a las manchas y fácil de limpiar. Para familias jóvenes con niños pequeños o niños pequeños, eso fue una gran ventaja. Había espacio para dos adultos en la parte trasera si no eran más altos que el promedio, y la cajuela era lo suficientemente grande para un viaje de fin de semana para una familia de dos miembros y medio.
Debajo del capó, Hyundai instaló una selección de tres motores: dos de gasolina y un turbodiésel. Estaban emparejados de serie con una caja de cambios manual de 5 velocidades, mientras que una transmisión automática de cuatro velocidades estaba disponible para las versiones de gasolina.