Después de dos generaciones de carrocerías en forma de MPV, la Clase A finalmente recibió una forma de hatchback y entró en el mercado de los compactos premium, uniéndose al Audi A3 y al BMW Serie 1 para el mismo segmento.
El fabricante de automóviles alemán entendió que carecía de la experiencia en la construcción de un hatchback compacto. Su departamento de I+D pudo equipar el vehículo con todas las comodidades necesarias para un vehículo premium, pero no pudo desarrollar un hatchback de tracción delantera desde cero. Así, Mercedes-Benz firmó un acuerdo con la Alianza Renault-Nissan.

En 2012, Mercedes-Benz finalmente presentó la tercera generación de la Clase A y fue una agradable sorpresa. Ya no era una minivan. Su fascia delantera presentaba una parrilla de dos lamas, inspirada en la del Clase C, o una de una sola lama para el paquete AMG. Su diseño hatchback de cinco puertas seguía un look fresco y joven. Se convirtió en un éxito instantáneo entre los compradores jóvenes.

En el interior, el fabricante de automóviles instaló un grupo de instrumentos de dos diales con una pantalla TFT entre ellos. En la parte superior de la consola central, el fabricante de automóviles colocó una pantalla flotante para la unidad de información y entretenimiento MBUX, según las opciones. Una consola central alta y gruesa con un compartimiento de almacenamiento refrigerado debajo del reposabrazos era una clara señal de un vehículo de lujo. Apenas había espacio para tres adultos en la parte de atrás, pero sí suficiente para dos, en el banco plegable dividido.

Debajo del capó, había una combinación de motores heredados de Renault y Mercedes-Benz, combinados con transmisiones manuales o automáticas. Sin embargo, a diferencia de otros hatchbacks regulares en el mercado, la Clase A presentaba sistemas de tracción delantera o total.